The Fresh & Onlys ¡Que levanten la mano los que crean que el escenario Pitchfork tiene problemas de sonido! |
Nos dirigimos después al Pitchfork para escuchar el guitarreo efervescente y enganchoso del cuarteto de San Francisco The Fresh & Onlys. Lástima que algunas de sus grandes canciones como Waterfall o Strange Disposition quedaran algo empañadas por un sonido sucio y disperso, debido probablemente a la mala acústica del escenario, a orillas del mar, más que a su propia actuación. Los para muchos considerados padres del post punk, John Lydon y sus Public Image Limited, nos esperan luego en el escenario Llevant, uno de los más grandes y apartados. A pesar de que los berreos de Lydon me parecen más cómicos que otra cosa y que su paranoica mezcla de estilos no me convence, sí soy capaz de reconocer lo innovador de su propuesta, que hoy no sorprende a nadie pero que a finales de los setenta debió de quedarse con todos.
The Flaming Lips Foto: Primavera Sound |
Matt Berninger de The National Foto: Primavera Sound |
Sí llego, afortunadamente al concierto de The National y soy testigo de su genial directo. La privilegiada voz de barítono del cantante Matt Berninger – muy sobrio y elegante, vestido de negro como la noche que ya se asienta en el escenario Llevant- es sobrecogedora y logra imponerse por encima de todo lo demás. Tocan temas de su último disco como Afraid of everyone, Terrible Love ─con la grata e inesperada irrupción de Surfjan Stevens en el escenario─ o Bloodbuzz Ohio, así como las “antiguas” y emocionantes Apartment Story o Fake Empire pero, antes de lo que habríamos deseado, tenemos que correr para coger un buen sitio para Belle Sebastian.
Belle & Sebastian, una familia feliz |
Los de Glasgow no nos defraudan y nos dan exactamente lo que esperábamos: una deliciosa sesión de pop goloso y primaveral (nunca mejor dicho). Canciones de siempre como If you’re feeling sinister, The boy with the arab strap o Judy and the dream of horses van combinándose con otras más recientes como If you find yourself caught in love, The blues are still blue o I want the world to stop. La vida es mejor si se llena de dulces melodías y eso Stuart Murdoch y los suyos parecen saberlo mejor que nadie. A pesar del buen rato que me hacen pasar, echo de menos muchas canciones: Jonathan David, Waking up to us, The model, entre tantas otras, pero supongo que es difícil acertar con todas cuando se tiene tan extenso y luminoso repertorio…
Let’s all meet up in the year 2011, won’t it be strange when we’re all fully grown… |
¡Y al fin llega el momento! Tras nueve años de silencio, Pulp aterrizan en el escenario San Miguel y bajo unas espectaculares luces de neón que dibujan su nombre, nos regalan un concierto para recordar. Lo tuvimos todo: los bailoteos, los suspiros dramáticos, los movimientos de cadera, la elegancia, el sex- appeal y, sobre todo, las canciones, los exitazos: Do you remember the fist time, Babies, Disco 2000, Pink Glove, Underwear, Sorted for E’z &Wizz, Something changed… Casi veinte años tras los inicios del brit pop allí estamos todo el Primavera Sound, brincando al servicio del Jarvis más entregado y carismático. El momento álgido de la noche y, probablemente, de todo el festival, fue minutos antes de que empezara a sonar el Common people, en el que Cocker quiso homenajear a los indignados de la Plaza Catalunya con unas sencillas pero coherentes palabras (Se lo molesto que es que alguien de fuera pretenda saber lo que pasa en tu país pero sé también que algo va mal cuando la policía golpea a gente por no hacer nada). Como colofón final, la genial Razzmatazz, que dedicó a la mítica discoteca en la que ha hecho de dj en numerosas ocasiones.
El sábado comienza de manera muy especial. Hacia las seis aparece el ex Velvet Underground John Cale en el escenario del Auditori para interpretar íntegramente su obra maestra Paris 1919 ante una audiencia privilegiada entre la que, gracias al cielo (y a mi cuñado Alex que me descubrió el disco), me encuentro. Durante los casi cuarenta y cinco minutos que dura el álbum, nos sumergimos en una burbuja apartada del mundo en la que nada tiene sentido más que la hermosura de su música. Su sonido, sencillo y mágico, envuelto de delicados arreglos que nos acarician el alma, nos transporta a otro lugar, uno en el que los modernitos con peinados y el grupo super cool del momento parecen de repente lejos, muy lejos, tan empequeñecidos ante el peso de lo que de verdad importa, lo que de verdad trasciende, esas canciones que, a pesar de haber sido compuestas hace casi cuarenta años, están aquí para siempre.
Fleet Foxes. Foto: Primavera Sound |
La vuelta al mundo real no resulta tan dura de la mano de los Fleet Floxes, a los que nos dirigimos a ver luego. Tal y como nos explica el cantante Robin Pecknold, es la primera vez que tocan en España y su estreno es digno de aplauso. Su particular folk con reminiscencias sesenteras suena en directo igual de bello y armonioso que en sus dos discos, cuyas canciones van intercalando más o menos a partes iguales. Con temas antiguos como Mykonos, Your Protector o, por supuesto, White Winter Hymnal, y también nuevos como Battery Kinzie o Helplessness Blues, nos meten en sus bolsillos y nos dejan con ganas de recibirles de nuevo pronto.
Deep Sea Arcade |
Llega el momento de la Champions y mientras la multitud se dirige al escenario Llevant, en el que se han instalado pantallas gigantes para retransmitir el partido, unos pocos escogemos seguir con la música, en nuestro caso, de la mano del grupo australiano Deep Sea Arcade. Seguimos haciéndoles reverencias a los sesenta: si los Fleet Foxes bebían de los arreglos y la introspección melódica de Brian Wilson o Crosby, Stills & Nash, los Deep Sea Arcade beben del pop luminoso y el rock’n’roll más directo y bailable de los Beatles y los Kinks. Canciones enganchosas y radiantes que siempre me encontrarán con los brazos abiertos y que nos hacen pasar un muy buen rato. Y tras un breve encuentro con el garage juerguista y simpático de los portorriqueños Davila 666, corremos hasta el escenario San Miguel donde está a punto de salir P.J Harvey.
Ataviada con un vestido blanco y un peinado de lo mas extravagante al mas puro estilo ninfa mitológica, le dio un extenso repasó su a su último disco Let England Shake. Alternando la guitarra con el autoharp, nos ofreció una actuación menos menos rockera de lo habitual, en la que también dio cabida a clásicos como C’mon Billy, Meet Ze Monsta o Down By the Water. Un concierto comedido e interesante, en el que a ratos eche de menos, sin embargo, algún punto de desmelene.
Nos despedimos del festival bailando la siempre genial selección de repertorio de Dj Coco, que contó esta vez con una muy feliz sorpresa: la irrupción del grupo Mujeres en el escenario interpretando canciones de los Beatles. No se me ocurre mejor manera de acabar la noche.
Qué lejos quedan las críticas con las que he comenzado esta crónica ahora que he llegado hasta aquí y he revivido tantas buenas actuaciones. Y es que a pesar de los fallos y los agobios, ya lo comentaba al principio, han sido tres días intensos y felices y supongo que eso lo compensa a todo. Esta edición deja, sin embargo, errores de organización que espero encuentren una solución en el futuro. Morir de éxito es morir, al fin y al cabo, y yo le deseo al Primavera Sound una larga y próspera vida por delante para que siga llenando de buena música y grandes recuerdos cada mes de mayo que queda por llegar.