CONCIERTO DE OCEAN COLOUR SCENE

Todavía no puedo acabar de creer lo que sucedió ayer en el concierto de Ocean Colour Scene. Me cuesta creérmelo, porque nunca antes había visto un espectáculo tan lamentable, y mira que he ido a conciertos y he visto a gentes acabadas y pasadas de vuelta. Pero tal vez por el contexto estridente y desmadrado en el que éstos se llevaron a cabo, en el que los excesos del rock’n’roll hacían más justificables el perjudicado estado de los artistas, o tal vez por no tener tantas espectativas puestas en ellos como las tenía en Ocean Colour Scene, nunca me habían hecho sentir la vergüenza ajena que ayer por la noche me hicieron sentir Simon Fowler y Steve Cradock.
«Nort atlantic drift» «Foxy’s folk faced», «Better day», el público se va animando pero Steve no está contento: alguien en las primeras filas le perturba. Le vemos hacer muecas y gestos amenazadores, lanzar improperios y miradas fulminantes. Simon, por su parte, más conciliador, se limita a cambiar la letra de las canciones (tal vez para hacerse el gracioso, tal vez porque con la cogorza que lleva encima no se acuerda de la letra original, es difícil saberlo) y entre «la la las» y murmuros que no tendrían que estar, va incluyendo palabras de mofa hacia el misterioso personaje. Muy ofensivo tiene que ser este hombre de las primeras filas, me digo, pero por muy ofensivo que pueda llegar a ser, nada justifica lo que sucede a continuación: Steve baja del escenario y le pega una bofetada.
Nos quedamos todos helados con aquel gesto, se suceden abucheos y aplausos, se escuchan risas pero también se palpa consternación y desconcierto. Lo absurdo de la situación resulta cómico, no voy a negarlo, pero al mismo tiempo, nos sentimos tristes al ver a un músico al que admiramos convertido en un hooligan agresivo y borracho. Suerte que no querían luchar nunca más, comentamos entre dientes con una risa amarga. Como para dejarnos recuperar del surrealista sobresalto, los dos desaparecen por unos minutos, tras los que aparece Simon sólo y protagoniza un nuevo bochornoso episodio: al subir el escalón que le lleva al escenario, pierde el equilibrio y se cae al suelo. En aquel momento yo, de verdad, siento pena. Le ayudan a levantarse, se sienta de nuevo y empiezan a sonar los primeros acordes de «Robin Hood», una de mis canciones favoritas, su lamento hacia la infancia perdida que tantas veces me ha emocionado en la soledad de mi habitación… pero la verdad, tras todo lo sucedido, aquello ya no emociona a nadie.
Tras «The day we caught the train», se despiden como si nada hubiera pasado, thank you very much, muchas gracias, el público sale del recinto y atrás queda, probablemente, el concierto que más me ha decepcionado en mi vida. Y de acuerdo, cierto es que todos hemos bebido alguna noche más de la cuenta y nos hemos puesto en ridículo en más de una ocasión, pero yo nunca he ido a trabajar completamente borracha y he agredido físicamente a los que me pagan el sueldo, por muy mal que éstos me trataran. Y eso es exactamente lo que se dedicaron a hacer los Ocean Colour Scene. Ayer por la noche, en aquel restaurante de hamburguesas y pintas gigantes, un mito de mi juventud se me cayó al suelo. Literalmente.
6 Comments
Como molan tus cassetetes, Eli!
para nada me imaginaba que estos tíos eran tan gilipollas! ya lo flipé cuando me lo contaste, muy fuerte todo...
en fin! que sepas que tu página se va a mis favoritos :D
p.d: tus cassettes los mejores!
He leido una critica sobre el concierto del 22 de Marzo 2010 en Madrid "buenisima" y los vi el 23 en el Hard Rock "muy cañeros"