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CONCIERTO DE THE SHOUT OUT LOUDS

El quinteto sueco Shout Out Louds hizo parada ayer en Barcelona para deleitar a los pocos afortunados que decidieron pasar del fútbol y se reunieron en la sala Apolo a darles la bienvenida tras 4 años sin atravesar nuestras fronteras. (No pisaban España desde el Summercase en el que casualmente el cantante vestía una camiseta del Barça, así que es probable que el público no fuera el único que lamentara la coincidencia de fechas).
Su 1999 fue la encargada de abrir la noche, tal y como lo hace también en el nuevo disco que venían a presentar. Titulado Work, su último trabajo deja algo de lado los efectos de producción y la gran diversidad de instrumentos que caracterizaba el sonido de sus predecesores para apostar por un estilo más sobrio y sencillo. El resultado es bueno, aunque no llega a alcanzar la esplendidez de sus dos discos
anteriores. Cierto es que el listón estaba muy alto.

Foto: Ana Hernández

La sigue South America, sensible y hermosa a pesar de los engorrosos problemas de sonido que por desgracia empañaron ligeramente todo el concierto, para continuar con el primer temazo de la noche: Very Loud, de su álbum de debut. Tras otras tres canciones nuevas ─ Paper Moon, Fall Hard y Candle Burned Out ─ llega el subidón absoluto con la siempre maravillosa Tonight I have to leave it, en la que el cantante venció su reconocible timidez para bajar a la pista y dejarse arropar por una audiencia entregada y feliz.

Después de Throwing stones suenan los familiares acordes de otro tema antiguo y genial. Se trata de The Comeback, con esa curiosa combinación de escándalo guitarrero y delicada belleza que caracteriza ese primer disco que les presentó al mundo. Y luego, ¡qué feliz sorpresa!, una de mis favoritas: Your parents livingroom con su emocionante estribillo y la voz única del cantante y compositor Adam Olenius tejiendo con nostalgia unos recuerdos de infancia en los que todo el mundo puede identificarse. La sigue Too late, too slow ─un poco flojilla, a mi parecer─ y una marchosa antes de los bises: Please, please, please.
Los problemas de sonido se ceban en Hard Rain, enmudeciendo por completo el trozo que canta la chica Bebban Stenborg. Y de nuevo, una joya: Impossible, otra canción triste ─ su segundo disco Our ill will está lleno de ellas─ capaz de hacer feliz a la gente.
Para acabar, Walls, su último single, un buen tema pegadizo y canturreable aunque tal vez incapaz de darle al concierto el triunfal final que habría merecido.

Saludan y desaparecen, probablemente hacia el autobús que les llevará a Madrid donde han agotado entradas. Finaliza así el concierto, haciendo evidente que, a pesar de los problemas de sonido y el mejorable carisma de los inexpresivos integrantes del grupo─ entre los que, achaquémoslo a la frialdad sueca o a la muy apretada agenda de conciertos del grupo, reconozcámoslo, no parecía haber mucha química ─ las buenas canciones hablan por sí solas y son suficientes para ofrecer una muy memorable velada. Desde aquí les suplico que vuelvan pronto y en un intento de parecer ingeniosa, lo hago tal y como lo hacen ellos: Please, please, please, come back to me!

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