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¡Vive como quieras!

Siempre me han gustado las películas de Frank Capra: sus familias unidas alrededor del piano o bailoteando al alegre sonar de una armónica, sus ciudades vestidas de frío invierno y luces navideñas, sus villanos podridos de dinero con el alma corrompida por la ambición y la codicia. Pero sobre todo, los buenos sentimientos que derrochan sus tramas y que desprenden los entrañables personajes que las protagonizan. Da igual bajo que forma se alojen, si tras la cómica expresión del larguirucho James Steward, la seductora sonrisa de Gary Cooper o la alocada familia en la que se centra esta película, los buenos sentimientos están allí y son fundamentalmente los mismos: la sencillez y la generosidad de unas almas nobles que han descubierto que la felicidad no se mide en función de los bienes materiales sino en las sencillas alegrías de la vida cotidiana y la complicidad de los seres queridos.

¡Vive como quieras! o “You can’t take it with you”, como fue titulada originalmente en inglés, narra las aventuras y desventuras del clan de los Sycamore, una atípica familia americana que convive alegremente en una casa abierta al público en la que todos hacen lo que les apetece hacer. Mientras unos bailan y hacen bombones y los otros tocan el clavicémbalo, idean historias frente una vieja máquina de escribir o fabrican petardos en el sótano, los días transcurren felices en disparatada armonía hasta que un millonario especulador amenaza con embargarles la casa. La cosa se complica cuando este magnate resulta ser el padre del prometido de Alice, la más convencional de los Sycamore, y se enreda todavía más en la desastrosa cena de presentación de las dos familias, en la que se suceden todo tipo de rocambolescas situaciones con llaves de judo y arrestos policiales incluídos…

Y a pesar de la comicidad y lo absurdo de muchos de los sucesos que tienen lugar, ésta no es tan sólo una comedia para pasar el rato. La película tiene un claro trasfondo de crítica que invita a la reflexión acerca de cuestiones muy importantes en la vida de cada uno y que sin embargo, a menudo quedan relegadas a un segundo plano, víctimas del conformismo y la inercia a la que nos ha sometido el frenético modo de vida moderno: la necesidad de encontrar un equilibrio entre tiempo y dinero, la importancia de disfrutar con el trabajo y de priorizar entre lo que realmente es importante en la vida y lo que sencillamente, no lo es. Es, en cierto sentido, una invitación a disfrutar de la vida y a llenarla de aquellas personas y actividades que le hacen felices a uno, a cultivar los amigos, las aficiones y a no dejarse arrastrar por la idiotización colectiva a la que tiende a empujarnos el capitalismo. Los Sycamore viven aislados del siniestro engranaje en el que se fundamenta nuestro sistema (trabajo, consumo, trabajo más, consumo más, trabajo todavía más) y se rigen bajo sus propias reglas, con el único objetivo de pasarlo bien y ser felices sin perjudicar a nadie.
Si cierto es que a menudo, la película peca de cierta simpleza e inocencia (el juez bonachón o la repentina conversión final de los Kirby), también es cierto que es esa misma inocencia- que se encuentra presente, de hecho, en la mayoría de las obras de Kapra– la que consigue impregnarla de ese cariz entrañable y ese encanto especial que la convierten en una película única y excelente.

Y aunque tal vez, en el mundo real, pueda no resultar tan sencillo ganarse la vida haciendo lo que a uno le guste hacer, resulta reconfortante ver como esos simpáticos individuos ideados por Frank Capra lo hacen a través de la pantalla con tan alegre desenlace. Y pensándolo bien, ¿qué hay de complicado en vivir la vida tal y como a uno le venga en gana? A pesar de las obligaciones y las responsabilidades inherentes de la vida adulta, nuestra vida es nuestra, siempre será nuestra y sólo a nosotros nos corresponde emplearla tal y como queramos. Y, a cada palabra que escribo, me voy envalentonando más y me digo: ya basta de ser esclava de un sueldo, ya va siendo hora de tomar las riendas y decidir por mí misma, para siempre. Y luego empiezo a desvaríar y continúo: ya va siendo hora de volar alrededor del mundo y de conocer a gentes interesantes y de leer libros y de escribirlos y de escuchar canciones y de aprender a tocar el piano, y de montar un grupo de rock… Y luego, le doy un sorbo a mi café, miro el reloj, y compruebo que todavía me queda una hora y media para salir del trabajo en esta calurosa tarde de Agosto…

6 comentarios en “¡Vive como quieras!”

  1. no sabía que también escribías sobre pelis!
    me faltan muchos clásicos por ver, ya sabes que yo soy más bien indie (juajua que pringá) pero esta peli me la apunto! sobre todo para saber que cooo es un clavicémbalo xDD y ya te diré que me ha parecido
    y con respecto a tu observación final sólo decirte que aún estás a tiempo de hacer lo que te propongas pequeña eliot!

    saludos desde skarlandia

  2. skar tiene razón! cuántas veces al día no pensamos en hacer lo que la película nos transmite! nos falta coraje! a veces somos demasiado cobardes!

    a mí también me gustan las pelis de capra, gran maestro. Me encanta Arsénico por compasión y he de decir que el título en español de la peli que comentas me gusta más que su original. Es un gran título! VIVE COMO QUIERAS

  3. Ojalá pudiera cumplir con
    ¿qué hay de complicado en vivir la vida tal y como a uno le venga en gana?
    porque las obligaciones es lo que va en contra de vivir como me de la gana.

    Me apetece verla, cuándo quedamos???
    Como te de la vitalidad de !Qué Bello es Vivir! y por lo que parece lo hará.

  4. gracias por vuestros comentarios amigos!
    Supongo que se trata de encontrar un sano equilibrio entre las obligaciones y la propia voluntad… y no dejar que la rutina y las responsabilidades eclipsen las verdaderas ilusiones de cada uno…

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