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Siempre hemos vivido en el castillo

Merricat y su hermana Constance viven en un caserón aislado del mundo. No estudian, no trabajan y, con excepción de la puntual incursión al pueblo para comprar provisiones, no tienen contacto con nadie más que con su gato y su anciano tío Julian.

Constance es la perfecta ama de casa y emplea su tiempo en limpiar con minuciosidad y cocinar para toda la familia. Merricat, la narradora, se dedica a dar rienda suelta a supersticiones como enterrar objetos o repetir palabras mágicas. El tío Julian escribe y reescribe sus memorias, en particular, las de un día muy concreto de la historia de los Blackwood: el día en que murió toda la familia.

El castillo esconde un terrible secreto, se palpa en el aire asfixiante de las estancias, en las frases enigmáticas, los mejunjes de hierbas de la cocina, los cuchicheos de los vecinos, en las miradas consternadas y los silencios.

Algo sucedió en esa casa que granjeó la animadversión de todo el pueblo contra las hermanas y que lleva a los jóvenes a lanzar bromitas aterrorizadas  cada vez que pasan frente a su morada. Un misterio que se desvela sin prisas, con la misma parsimonia con la que la entregada Constance almacena tarros de mermelada en la despensa.

Siempre Hemos Vivido En El Castillo es la última novela de la escritora norteamericana Shirley Jackson y en ella pueden leerse claves sobre su propia vida. También ella, como Mary K, era solitaria y vivía en un pueblecito cerrado y conservador de la América profunda; también ella,  como Constance, sintió la presión de entregarse a la familia y al hogar.

Jackson combinaba los cuidados domésticos con su vocación de escritora, y tal vez por eso el suyo sea un terror íntimo, cotidiano, de puertas hacia dentro. Esta novela es más de ambientación que de trama. No sucede mucho -en realidad prácticamente no sucede nada- y aun así la escritura suave e hipnótica de Jackson te impele a leer la siguiente página. Si bien tengo que confesar que esperaba un giro final más espectacular, me ha impresionado la destreza de la autora para crear esa atmósfera extraña y opresiva. Interesante autora en la que tendré que indagar más.

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