Libros

El extranjero

Camus, el Bogart de la literatura

El extranjero fue la primera novela de Albert Camus y la que le dio más fama. Este escritor-filosofo francés nació en Argelia en el seno de una familia muy humilde. Tenía una gran conciencia social que le llevó a ser muy activo políticamente y a posicionarse siempre al lado de los más desprotegidos, desvinculándose de partidos y dogmatismos. Ganó el Nobel de literatura en 1957 y murió tres años después, con tan solo 46 años, en accidente de tráfico. Una lástima, la verdad.

La novela gira en torno a un hombre al que le importa un pimiento todo. Que vive inmerso en una burbuja de fría impasibilidad y va tirando por su vida sin hacer preguntas y cumpliendo con lo que toca. Por las mañanas se despierta y se encierra en una oficina a trabajar para otros. Al mediodía come en bares donde le conocen y habla un poco con la gente. Luego hace la siesta y trabaja un poco más. Los fines de semana queda con una chica, y van al cine y se acuestan y eso.

Algeria, ciudad natal de Camus y escenario de El Extranjero

¿Hasta aquí no es tan diferente a lo que hacemos todos, no?, pensaréis, sagaces lectores. Cierto. Lo que diferencia al prota (Mersault se llama, pronunciado “Meghso”, con acento gavacho), de todos nosotros es que el tipo no parece tener sentimientos hacia nadie. Su madre se muere y él asiste a su funeral y vela su cadáver y todo, como toca, pero no llora, ni se siente triste. Su novia le pregunta si le quiere y él se lo piensa y le responde que…cree que no… pero que no tiene más importancia. Le ofrecen un ascenso en su trabajo y dice que bueno…, que sí, pero que, en el fondo… le es indiferente.

Todo da un giro cuando, por circunstancias del azar, se encuentra en un día abrasador con una pistola en la mano frente a un hombre tendido en el suelo. Y, de pronto, sin motivo alguno, le dispara cinco tiros en la barriga y se lo carga. “¡¡Pero Meghso!! ¡Cómo se te ocurre!”, dice el lector entonces. La sociedad hace lo mismo y lo encierra en la cárcel, y tras un juicio (para el que ni siquiera se molesta en buscarse un buen abogado) acaban condenándole a muerte.

La segunda parte del libro narra las reflexiones del protagonista tras los barrotes. En un principio lo pasa mal y no puede dormir y tal, pero luego, poco a poco se resigna a su nueva situación. Sin embargo, a las puertas del cadalso, recibe la visita de un cura y, tras un buen rato de sermoneos e imploraciones para salvar su alma, Mersault  pierde los nervios y, por primera vez, muestra tener algo de sangre en las venas. Le chilla que se cree muy listo pero que en realidad ha vivido una mentira toda su vida y le manda a freír espárragos. 

Y cuando se queda solo, tiene una revelación. Se da cuenta de que nada tiene sentido, que no hay nada escrito y que podría haber llevado esta vida o podría haber llevado otra y que habría estado bien. Que había sido feliz y que todavía lo era, que se iba a morir, y que no solo le parece bien, sino, que además, desea que la gente le chille y le odie cuando le lleven al cadalso.

Este final es muy desconcertante, queridos lectores.  Lo es recién acabada la novela, e imagino que muchísimo más si lo único que se ha leído es este chapucero resumen. Y es que resulta algo difícil de comprender si no se ubica en su contexto. Así que no me queda más remedio que meterme en berenjenales de filosofías y pensamientos. Lo siento amigos, la situación lo requiere. Allá vamos:

En esta obra (y en otras), Camus expone su filosofía del absurdo. Su idea principal (simplificando mucho) es que la existencia humana no tiene ningún sentido y que por tanto su búsqueda es inútil. Esta corriente, ideada por el propio autor, está fuertemente influenciada por los pensamientos de Sartre y de Nietzsche. Voy a tratar de concretar un poco.

Sartre, fumador y friolero

Sartre fue el principal ideólogo del existencialismo. ¿Qué dicen (o decían) esa buena gente? Existe algo de confusión sobre eso, ya que durante una época estuvo muy de moda ir de existencialista por la vida y muchos se apuntaban al carro (jóvenes artistas que no tenían ni idea de filosofía pero llevaban flequillos molones, como por ejemplo: la fotógrafa que le dio el peinado a los Beatles), pero bueno, la idea básica era que la existencia va antes que la esencia. Es decir, que son los actos de cada uno -y no una naturaleza innata, ni ningún tipo de orden superior- lo que define a las personas. Que al no obedecer el mundo a ninguna ley ni razón, el hombre debe actuar y construir su propia vida. Solo así, escogiendo y actuando, uno despoja a su vida de esa absurdidad a la que está sometida al no haber nada escrito. Esa libertad brutal, esa capacidad de escoger como a uno le venga en gana, hace que el hombre tenga una gran responsabilidad ante sus actos.

¿Y qué decía Nietzsche? Ese simpático de rizados bigotes decía muchas cosas, pero la que me interesa aquí es su manera de entender las posibilidades a las que lleva el nihilismo. La palabra mola mucho, nihilismo, si, pero ¿qué significa? Hace referencia al hecho de que como no existe una verdad universal, el hombre está perdido en medio de la NADA.

Nietzsche mirando a la nada

Pero eso no es algo malo, no, no, no, ni molt menys, decía el bigotes. Eso despoja al hombre de cualquier mordaza y le permite mejorar y engrandecerse. Es decir, que no se trata de un nihilismo negativo de “nada tiene sentido, para qué hacer nada, voy a drogarme hasta las trancas y cortarme las venas y bla bla…” sino más bien de “me cargo todas las reglas, que son absurdas, y empiezo de nuevo con unas buenas”. (¡Qué bien me ha quedado esta frase! ¡Soy como el profe de literatura enrollado del cole!)

El nihilismo y el absurdismo de Camus también tienen que entenderse así, de una manera positiva. A pesar de que es comprensible que, después de leer este libro de asesinato y desencanto, uno podría tacharle de cenizo, hay que tener en cuenta que el prisma a través del que Camus concibe sus ideas, era uno de optimismo. La vida es absurda, sí, pero si aceptamos ese hecho con lucidez, si abrazamos el sinsentido con los brazos abiertos, ¡Seremos libres, no tendremos nada que temer!

Así, el protagonista, avanza por toda la novela siendo un zombi perdido y, sin embargo, al final de todo, la conciencia de su muerte inminente, la CERTEZA de su futuro, le llena de una despreocupación ilimitada, le convierte en un ser CONSCIENTE y LIBRE.

Sin embargo, ¿a qué viene esa última frase en la que dices que quieres que la gente te chille y te odie, Mersault? ¡No te comprendo, Mersault! ¡Aquí me has dejado toa loca, Mersault!

Leed, leed por vosotros mismos:

 (…) como si esta tremenda cólera me hubiese purgado del mal, vaciado de esperanza, delante de esta noche cargada de presagios y de estrellas, me abría por primera vez a la tierna indiferencia del mundo. Al encontrarlo tan semejante a mí, tan fraternal, en fin, comprendía que había sido feliz y que lo era todavía. Para que todo sea consumado, para que me sienta menos solo, me quedaba esperar que el día de mi ejecución haya muchos espectadores y que me reciban con gritos de odio.

Hummm. Qué cosas tiene este Mersault. Estuve leyendo un poco al respecto y llegué a la conclusión de que tenía que remontarme de nuevo al simpático de los bigotes.

Nietzsche distinguía entre dos dimensiones de la realidad (esto no se lo inventó él sino que viene de las épocas de la antigua Grecia). Lo apolíneo, que se refería a lo racional y ordenado del mundo, y lo dionisíaco, que se refería a lo irracional, a lo impulsivo, a lo excesivo. Decía que la sociedad occidental había encerrado su mundo en esa prisión apolínea y que había descuidado la dimensión dionisíaca, la única verdadera.

El prota vive encerrado en ese mundo apolíneo (trabajo monótono, relación sentimental incolora, apatía y vacío generalizado) y de pronto, brota en él todo lo dionisíaco reprimido durante su vida entera. Ese conflicto de tener las pasiones enterradas y pisoteadas por la sociedad represora, es lo que, yo creo, le lleva a disparar en un momento dado de confusión, y al final del todo, a desear chillidos y odio y jaleo y xerinola.

¿Qué está cogido todo esto un poco por los pelos? Puede ser. Pero mirad lo que dice el propio Camus del bigotudo en su ensayo: El Hombre Rebelde. 

Puede decirse que Nietzsche se lanza con una especie de alegría espantosa  al callejón sin salida al que empuja metódicamente a su nihilismo…

Desde el momento en que reconoce que el mundo no persigue fin alguno, Nietzsche propone que (…) se reemplacen todos los juicios de valor por un solo, una adhesión total y exaltada a este mundo. Así, de la desesperación absoluta surgirá la alegría infinita, de la servidumbre ciega, la libertad despiadada.

La ascesis nietzscheana (…) termina en una divinización de la fatalidad. El destino se hace tanto más adorable cuanto más implacable. El dios moral, la piedad y el amor son otros tantos enemigos de la fatalidad a la que tratan de compensar. Nietzsche no quiere rescate. La alegría del devenir es la alegría del aniquilamiento. 

Aaamigo. Ya veo entonces por dónde van los tiros, Mersault.

En fin, acabaré de una vez diciendo que esta es una novela fantástica, la verdad,  muy recomendable. Que, además de ser muy entretenida y fácil de leer, tiene una dimensión filosófica muy interesante que da que pensar.

A mí personalmente, lo que más me ha gustado, más que la catarsis final (también muy lograda) es esa capacidad de transmitir ese sentido del sinsentido. Ese estilo de narración tan frío, aséptico y distante a través del que se descubre la realidad del protagonista. Esa desnudez, esa ausencia total de sentimientos y matices, que hace que se ponga de relieve la absurdidad de su entorno: su vecino y su perro al que odia y cuya desaparición, sin embargo, llora desconsolado, el velatorio con los sollozos y los ronquidos, la toalla húmeda en el descanso del trabajo. Y, por supuesto, ese asesinato a sangre fría bajo el sol abrasador, y el juicio abarrotado de gentes morbosas que murmuran y disfrutan y condenan. Y también, esos intervalos de absurda felicidad. Esos momentos en los que  El extranjero deambula cerca del mar y respira el viento que huele a sal o atraviesa el atardecer bajo un cielo verde y hermoso, y se siente bien, se siente feliz , y luego, sigue paseando por su vida.

¡Gracias por pasearte por la nuestra, Camus!

Una curiosidad final: La canción de The Cure Killing an arab está directamente inspirada en «El extranjero».

 

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