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El día de mañana

La última novela de Ignacio Martínez de Pisón transcurre en Barcelona en la época de los últimos años del franquismo y la primera transición y narra la vida de Justo Gil Tello, un inmigrante aragonés que, como tantos otros de su generación, llega a tierras catalanas con grandes ambiciones y esperanzas de un futuro mejor bajo el brazo. Poco a poco y a medida que avanza la narración ─una muy original narración, trazada a partir de recuerdos de terceras personas que conocieron al protagonista, que en ningún momento toma el relevo ni aparece, en realidad, más que en boca de otros─ el lector presencia consternado cómo el joven carismático y enamoradizo que se nos introduce al principio de la novela va corrompiéndose progresivamente hasta desembocar en un personaje resentido y despreciable.

Mientras esta compleja y contradictoria personalidad suya va desvelándose, va haciéndolo también la de los personajes secundarios que narran su versión de la historia, al tiempo que se reflejan las inquietudes sociales y los acontecimientos históricos que marcaron la época. Polícias y pseudo-intelectuales, periodistas chaqueteros, grupos terroristas de extrema derecha, freaks en toda regla, niños de papá que juegan a ser comunistas, universitarios, empresarios y gentes humildes, todos ellos cobran vida más allá de sus palabras y, a través de sus expresiones y sus formas de actuar, acaban convirtiéndose en personas tan reales y cercanas como lo son para mí las calles de Barcelona que acogen sus andanzas.

¿Cómo se las arregla Martínez de Pisón para que les cojamos cierto cariño a un miembro de la Brigada Social o a un chivato de la policía que traiciona a sus amigos y se vende al mejor postor? Es incomprensible, pero lo logra. Ayuda, sin duda, que su manera de escribir sea tan natural y ágil y, al mismo tiempo, tan reveladora, tan gráfica: cada uno de los testimonios, a su manera, rezuma espontaneidad y refleja actitudes y situaciones con las que todos podemos identificarnos. Hay buenas historias que uno contempla y aplaude desde la distancia, y hay otras que te absorben por completo y pasan de pronto a protagonizar tus conversaciones a la hora de comer y tus pensamientos nocturnos de antes de caer dormido. No estoy muy segura de qué es lo que hace que una novela sea de ese segundo tipo, pero es posible que tenga importancia la empatía que la historia logra despertar en el lector. A mi personalmente, cosas tan sencillas como contemplar caer la nieve a través de la ventana y sentirse de repente feliz e invencible, o perseguir a un amor irracional e imposible en la oscuridad de la calle Tallers esquina con Jovellanos me llegan al corazón. Es probable que aquí, sacadas de contexto, no tengan mucho sentido, pero estoy segura de que todo el que haya leído el libro entenderá a lo que me refiero. Al que todavía no lo ha hecho, le recomiendo encarecidamente que no se lo pierda.

3 comentarios en “El día de mañana”

  1. Es que Martínez de Pisón es un crack. Su Enterrar a los muertos, centrada en la búsqueda del traductor Robles Pazos que llevó a cabo John Dos Passos durante la guerra civil, me parece un libro extraordinario.

  2. Justo “Enterrar a los muertos” lo tengo pendiente, ya tenía ganas de leerlo y ahora todavía más. A mí Pisón me encanta, sí. Lo descubrí con “Carreteras secundarias” y desde entonces he leído casi todo lo que ha escrito. Me fascina esa manera suya de escribir, tan personal, sencilla y sin pretensiones y a la vez tan efectiva y evocadora. ¡Es muy grande! ¡Muchas gracias por comentar, Josep!

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