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Edgar Allan Poe

No os voy a descubrir la pólvora a estas alturas. Probablemente todo y más se ha escrito ya sobre Edgar Allan Poe, el genio de lo macabro, el maestro de las brumas, el poeta del terror, el borracho de los delirios y las negras obsesiones.

Existe muchísima literatura en torno a su persona y su obra:  biografías escritas por otros grandes maestros, artículos, ensayos, y mil cosas más, por lo que es difícil que pueda aportar algo nuevo. Aun así, quería hacerle mi pequeño homenaje desde aquí, y así lo voy a hacer, simpáticos lectores.

Empecemos con un pequeño resumen de su (corta) vida. Nació entre bambalinas en 1809 en un invierno en que los Poe, matrimonio de actores de vida algo arrastrada, actuaron en Boston. Sus padres murieron siendo él un niño y fue recogido por los Allan, unos comerciantes de origen escocés que le procuraron una buena educación al otro lado del charco. Tras un año de desfase en la Universidad de Virginia donde empezó ya a beber como un cosaco (y a endeudarse hasta las cejas en alcoholizadas partidas de cartas), su padrastro lo puso a trabajar en el negocio familiar. Por lo visto era un hombre muy estricto que jamás entendió su vocación y que nunca quiso adoptarlo oficialmente para salvaguardar su herencia. Rifirrafes varios deterioraron fatalmente su relación, hasta el punto de que acabaron completamente peleados y las penurias económicas acompañaron a Poe durante toda su vida. Con su madrastra sí mantuvo un estrecho vínculo: ella le ayudó a publicar su primer libro de poemas, pero murió poco después víctima de la tuberculosis.

Con tan solo 18 años, Poe mintió sobre su edad para alistarse en el ejército y más tarde, ingresó en una academia militar de la que le echaron por sus excesos. Poco después  cambió su suerte: ganó un concurso literario y empezó a escribir en periódicos que le dieron gran popularidad. Tras casarse con su prima Virginia, que tan solo tenía 13 años (¡Poe, por favor!) va cosechando éxitos con esos grandes relatos suyos que pasarían a la historia y lo consagrarían como maestro del género.

Su fama culmina con la publicación de El cuervo poema protagonizado por un joven de luto por la reciente muerte de su amada que recibe la visita de un pajarraco negro que le atormenta graznando Nevermore… nevermore (nunca más). Bastante ilustrativo de las sombras que debían de revolotear por la cabeza del pobre Poe, que sufría por entonces la larga y cruel enfermedad que apagaba poco a poco la vida de su delicada esposa y que acabaría llevándosela por delante en 1847.

Tras un par de años de borracheras, despidos y tormentos diversos, justo cuando parecía que empezaba a levantar cabeza al haberse prometido con la que había sido su primer amor en su adolescencia, apareció tirado en un callejón de Baltimore, con unas ropas que no eran suyas, víctima de un profundo delirium tremens que le llevó a la muerte pocos días después.

Mmm. Una muerte oscura y sórdida, sí, como lo fue su vida y también su obra. Resulta interesante comprobar como muchos rasgos de ese universo turbulento en que se enmarcan sus historias tienen un claro componente autobiográfico. Poe vivió envuelto en sombras y escribió de la misma manera y no hace falta ser Freud para comprender que sus relatos guardaban una estrecha relación con sus propios miedos y delirios. Marcado por la enfermedad y la muerte de sus seres queridos, escribiendo alcoholizado o siendo víctima del delirium tremens, Poe inmortalizó sus tormentos en esa obra suya que inspiró al mundo entero.

Hablemos un poco de dicha obra, amigos. Aunque escribió también poesía, relato cómico (sí, aunque parezca increíble este querido cenizo nuestro estaba de cachondeo a veces) ensayo,  crítica periodística y demás, se le conoce sobre todo por sus relatos siniestros. En ellos me voy a centrar, y para simplificar los clasificaré en tres categorías generales.

 

Los de terror

Probablemente sus más representativos, donde da rienda suelta a su lado más macabro a través de una serie de temas recurrentes: el entierro en vida, las mujeres moribundas consumidas por terribles dolencias, los trastornos mentales que culminan en aberraciones, cadáveres, torturas y, en fin, la muerte y la enfermedad en general. Sí, amigos, era la alegría de la huerta, de eso no cabe duda.

En esta sección ubicaría joyas como: El gato negro, Berenice, El entierro prematuro, El corazón delator, La caída de la casa Usher, El pozo y el péndulo (¡ambientado en España!), La máscara de la muerte roja, La caja Oblonga, El caso del señor Valdemar, El retrato oval, Ligeia…

Tan escalofriantes como sus tramas son las atmósferas en las que tienen lugar: sus tormentas, sus brumas febriles, sus penumbras empapadas de angustia, sus aullidos agonizando en noches de desasosiego y sudores fríos…

La influencia de estos relatos ha sido brutal, no solo en la literatura (Lovecraft, Ray Bradbury , Stephen King etc etc ) sino en todas las manifestaciones artísticas y la cultura popular en general.

En el cine, el caso más evidente es de Alfred Hitchcock que llegó a decir «It’s because I liked Egar Allan Poe’s stories so much that I began to make suspense films», o las múltiples adaptaciones  que se han hecho, entre las que caben destacar las dirigidas por Roger Corman.

 

Los de aventuras y marítimos

Tesoros escondidos, barcos en aguas embravecidas, velas oscilantes, relámpagos que estallan en vientos huracanados… Poe se hizo a la mar en varios de sus escritos, muchos de los cuales están también salpicados de tintes de ciencia ficción.

He leído en algún lugar que el largo viaje en barco cruzando el bravo océano que le llevó a Inglaterra siendo apenas un niño le marcó profundamente y tuvo una gran influencia en la elaboración de sus inquietantes descripciones.

Estarían dentro de esta categoría relatos como Manuscrito hallado en una botella (brutal, con él obtuvo su primer reconocimiento al ganar un concurso) Un descenso al Maelström, El escarabajo de oro o su única novela: Las aventuras de Arthur Gordon Pym. Curiosa e intensa novela, esta. Publicada por entregas en su día, esta narración arranca en un barco cuyos tripulantes sufren todo tipo de penurias (motines, naufragios, hambre extrema e incluso canibalismo) para apearse en una isla llena de salvajes y desembocar en un surrealista viaje por el polo Sur cuyo misterioso final llevaría a Julio Verne a escribir una secuela.

¿Influencias en la literatura posterior? Melville, Robert Louis Stevenson, los ya mencionados Verne y Lovecraft… y un largo etcétera, amigos, y un largo etcétera.

 

Los policíacos/ de detectives

Con Los crímenes de la calle Morgue (y más tarde, con El misterio de Marie Rogêt y La carta robada), Poe inventó el género, directamente.

Su Auguste Dupine –el súper brillante investigador cuyo método de razonar nos es explicado de forma muy lograda en la primera parte de Los crímenes…– es ni más ni menos que el padre de Sherlock Holmes, Hércules Poirot y en definitiva, cualquier detective de ficción de la historia.

La manera cómo Dupin, y Poe, claro está, combina lógica e imaginación para hilvanar detalles e irnos guiando hasta la resolución del misterio es sencillamente brutal. ¡Brutal, amigos, de verdad os lo digo! Y si no me creéis, preguntádselo a Dostoievski y que os explique en quién se basó para crear el personaje del inspector en Crimen y castigo, ¡venga, preguntádselo, que no os intimiden sus tupidas barbas!

En fin, para concluir diré que Poe fue muy grande, que creó maravillas en todos los géneros en los que se atrevió a embarcarse y que el panorama cultural de hoy y de ayer no serían lo mismo sin él. Sí, Poe, no te hagas ahora el modesto. Mucho talento, mucha inteligencia, mucha imaginación (y muy retorcida, también). Pero el ser un genio tiene estas cosillas –la soledad, la frustración, las excentricidades, los excesos– y así le fue, al pobre. Aun así, gracias a sus sombras y sus penurias podemos disfrutar hoy de esos escritos en los que inmortalizo su alma.

¿Volverá a haber alguno como él? Nevermore!

 

Un poco de música para acabar:

Este temazo de Queen está directamente inspirado en el poema  El Cuervo

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