Esta compilación de relatos publicada por Anagrama a mediados de los noventa reúne a autoras de diferentes generaciones en torno al tema de las relaciones madre-hija. La antología, editada y prologada por la escritora Laura Freixas, es reflejo del amplio abanico emocional capaz de despertar una relación tan única y compleja.
En las páginas de estos relatos encontramos historias de amor y devoción, pero también de rencores y decisiones equivocadas. Los hay hermosos e intimistas como Al colegio, de Carmen Laforet o De su ventana a la mía de Carmen Martín Gaite. Los hay más crípticos como Chinina Migone de Rosa Chacel o Ronda de noche de Ana María Moix, y otros en los que se adivinan tintes autobiográficos como en Carta a la madre de Esther Tusquets. La hija predilecta, de Soledad Puértolas, parte de la muerte de la madre y ahonda en la sensación de ausencia, mientras que Espejismos de Josefina R.Aldecoa pone el foco en las ambiciones frustradas.
Uno de los que más me han gustado ha sido La niña sin alas, de Paloma Díaz-Mas, punzante reflexión sobre los vínculos que aprietan demasiado y el egoísmo de ciertas dependencias emocionales. Mención especial merece Cuaderno para cuentas, de Ana María Matute, narrado desde un punto de vista infantil que se despliega de manera aparentemente inocente para desembocar en un inesperado y escalofriante final. He disfrutado también de La Buena Hija de Almudena Grandes, sobre las lagunas sentimentales cubiertas por personas aparentemente ajenas al núcleo familiar.
Otros relatos me han dejado indiferente y otros directamente no me han gustado, pero me llevo por lo general una buena impresión de esta lectura. La temática es tan fascinante como inmensas las posibilidades literarias que despliega. Sirva esta antología como interesante punto de partida.