Gente normal disecciona la historia de amor de Marianne y Connel a lo largo de encuentros, desencuentros y altibajos emocionales.
Ella es una joven solitaria, marginada en el colegio y maltratada en casa, de buena posición económica, gran inteligencia y personalidad compleja y torturada. Connel es hijo de madre soltera, origen humilde, naturaleza amable y sensibilidad literaria. Amantes en secreto en sus años de instituto en el condado rural irlandés en el que viven, sus pasos avanzan hasta aterrizar en el Trinity College de Dublín, donde continúan sus estudios. Pero no es la distancia socioeconómica que se interpone entre ellos la responsable de su incapacidad de disfrutar del poderoso vínculo que los une, al menos no es la única. Es sobre todo esa distancia que separa la emoción de la palabra la que conspira en su contra: por mucho que hablen mirándose a los ojos, por las esquinas de la conversación se pierden matices que se convierten en fatales piedras en el camino.
Aclamada por público y crítica, la segunda novela de la joven Sally Rooney (Irlanda, 1991) reflexiona sobre la dificultad de acoplar ritmos, de comprender sentimientos propios y ajenos, de interpretar palabras y silencios. Narrada sin florituras y exhibicionismos consigue ahondar en las aristas de la personalidad de sus protagonistas e hilvanar así una interesante lectura de varias capas.
Lo que más me ha gustado es esa capacidad de plasmar las contradicciones de la propia personalidad y las diferentes concepciones que los protagonistas tienen el uno del otro. También su ritmo ágil y su estructura inteligente y eficaz. Pero echo en falta en mí esa euforia con la que los medios (y también diversas celebridades) han encumbrado esta novela como imprescindible y transformadora. La complejidad de los personajes me ha resultado interesante sobre el papel, pero no ha logrado traspasarlo para emocionarme ni quedarse conmigo como lo hacen los protagonistas de mis novelas favoritas. Pero tal vez tampoco sea necesario: baste con haberla devorado en tres días y tener ganas de ver la serie para continuar ahondando en sus andanzas.