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Extraños en un tren

Extraños en un tren fue la primera novela de la autora texana Patricia Highsmith. Publicada en 1950, narra la evolución en las vidas de dos desconocidos a raíz de un fortuito encuentro que marcará sus destinos para siempre. El alcohólico e inestable Bruno odia a su padre y fantasea con matarlo por medio del crímen perfecto: uno sin pruebas ni móviles. ¿Como? Delegando el asesinato a una tercera persona sin vínculo alguno con la víctima por medio de un intercambio de asesinatos. Encontrará al candidato en Guy, un arquitecto exitoso con el que coincide en un tren que no se toma en serio sus teorías criminales y que, sin saberlo, le hará confidencias que se volverán fatalmente en su contra.

Highsmith, que afirmaba no escribir sobre crimen sino sobre “la culpa y la ausencia de culpa” nos presenta a dos personajes atormentados por sus torturadas conciencias. El alcoholismo, la homosexualidad reprimida, la soledad, la inseguridad o por supuesto, la culpa, son algunos de los lastres con los que cargan nuestros protagonistas, a los que ni el éxito ni el dinero salvarán de sus decisiones fatales y conductas autodestructuvas.  

Tras su potente arranque, la novela alcanza su cénit en la narración de los asesinatos, que se despliegan ante la mirada del lector con detalle y cierta sensación de terrible cotidianidad. Patricia Highsmith se aleja del planteamiento tradicional de la novela negra al relegar al detective a un papel secundario y reservar el protagonista para los asesinos, a los que se atreve a dotar de atributos humanos y hasta simpáticos. A mí personalmente, y de manera bastante inaudita, me ha resultado más simpático el personaje de Bruno que el de Guy, a pesar de ser mucho, mucho más malvado. Tal vez fue esta insólita amoralidad la que fascinó a Hitchcock, que llevó la historia al cine tan solo un año después de su publicación y catapultó a la joven autora a un gran éxito que no había conseguido su novela. El guión, por cierto, lo firmó Raymond Chandler, aunque por lo visto acabó en gran parte siendo reescrito por otro escritor debido a desavenencias entre Chandler y Hitchcock. 

Si bien es cierto que en ocasiones he tenido la sensación de que se me repetían ideas que ya me habían quedado claras, he disfrutado mucho de la lectura de esta novela de la gran maestra del thriller psicológico

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